Las personas con discapacidad y sus familias, al igual que cualquier otro ser humano, deben enfrentarse a realidades que no son siempre fáciles de asumir. Una de las mayores fuentes de infelicidad del ser humano es la diferencia entre las expectativas que tenemos y la realidad. Nuestra mente tiende a focalizarse en aquello que no tenemos y que tanto anhelamos, pasando desapercibido todo aquello que estando presente y pudiendo suponer grandes motivos de alegría nos parece insuficiente.
Voy a poner un ejemplo de mi vida personal, como muchos ya sabéis tengo parálisis cerebral infantil las expectativas iniciales de los médicos eran inexistentes; yo iba a ser un vegetal. Antes de seguir, tengo que decir que, esos “médicos” no eran buenos profesionales nadie tiene derecho a desterrar categóricamente cualquier posibilidad de futuro de otra persona, por muy experto que se sea. Afortunadamente, mis padres supieron ver mis capacidades, y no se rindieron hasta encontrar otro diagnóstico ¡Gracias papás! Ahora mismo, soy psicóloga, logré realizar uno de mis sueños y fundar la Asociación Convives con Espasticidad, junto con buenos y grandes amigos. después de escribir este artículo me voy con unos amigos a comer, (tengo una vida social activa, el trabajo cada vez me deja menos espacio) …. En fin, sin duda soy una afortunada. Sin embargo, he de confesar que a pesar de todos estos motivos para sonreír hay uno que me entristece enormemente: no poder conducir mi propio coche. Sé que posiblemente con las grandes limitaciones que puede tener una persona con discapacidad, esto suponga una tontería para varios de los lectores, créanme yo también en mi día a día tengo limitaciones más grandes. No obstante, esta es la espina que tengo clavada y la que, como he dicho antes mayor tristeza me produce, ya que debo depender de una tercera persona o de un taxi para poder desplazarme. ¿Libremente?
El caso es que, en estas semanas, he tenido que volver a asumir una nueva realidad tras muchos años de lucha para que no sucediera, finalmente, voy a tener que comprar una scooter para personas con movilidad reducida, las distancias que ando cada vez son mayores y aunque mi cerebro quiera obviarlo, mis pies me recuerdan que tengo parálisis cerebral. De modo que, antes de seguir machacándolos y que el daño sea irreversible, deberé educarme en hacer un uso responsable de esta ayuda técnica y no caer en el abuso. Algo, es sin duda, repercutiría negativamente en mi capacidad de movimiento.
Estas últimas semanas me he dado cuenta que estaba empezando a caer en una espiral de frustración, tristeza y autocompasión. Realizándome preguntas inútiles y típicas como: ¿Y si no hubiera nacido así, cuantas cosas sería capaz de hacer? ¿Y si no tuviera dolores, como sería mi vida? Y un largo etc., que de no pararlo no tendría fin.
Afortunadamente, me di cuenta de que estaban perdiendo el tiempo… Tocaba asumir la realidad, (una vez más) y enfrentarse a ella (una vez más).
Pero ¿Cómo hacerlo? Comparto con vosotros algunas de las pautas que he aprendido por propia experiencia y desde el conocimiento psicológico que a mí me han servido. Espero que a vosotros también.
En definitiva, todos estos pasos te pueden ayudar a asumir la realidad. Pero, quizás el mayor paso sea darse cuenta que. independientemente de nuestras realidades, nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes ante ellas son lo que nos hace felices o infelices. ¡No dejes para mañana, la felicidad que puedes vivir hoy!
[…] por las limitaciones derivadas de una discapacidad. ¿Pero quién no tiene limitaciones? En este artículo puedes encontrar pautas sobre como asumir nuestra […]