Una de las mayores distorsiones cognitivas, es decir, formas erroneas de pensar de las personas es la que están repletas de “deberías”. En ellas se esconde un pensamiento rígido, una exigencia en muchas ocasiones inalcanzables. El no alcanzar las metas propuestas nos genera frustración, mina nuestra autoestima, y nos hace más proclives a sufrir depresión o ansiedad.
¿Cuántos tipos de deberías existen?
Los autoimpuestos: cuya finalidad es alcanzar nuestro “yo ideal”. Ejemplo: “Debería conseguir todas mis metas”. Esto, que es irreal puede generarnos culpabilidad, indefensión, inseguridad, sensación de fracaso e inutilidad.
Dentro de este tipo también se encuentran los “deberías” que buscan cumplir los deseos de los otros o buscan su aprobación “debo caer bien a todo el mundo”.
Los “deberías que imponemos a los otros” se basan en las expectativas que tengamos sobre los demás: “Mi familia debe quererme, porque es mi familia”, “Mi novio/a debería tener más detalles conmigo”. Suelen ser fuente de frustración y enfado con los demás.
Los debería dirigidos a nuestras circunstancias vitales. “No debería tener discapacidad”. Estos pensamientos rigidos nos minan la autoestima, nos producen depresión, ansiedad, baja tolerancia a la frustración, rabia e ira, impotencia e indefensión, entre otras emociones.
¿Cómo podemos cambiarlo?
Además, no siempre lo que queremos es lo mejor para nosotros. Muchas veces la vida nos lleva por caminos que jamás pensamos pisar y nos sorprende ¡¡Disfrutemos del paisaje!!
¿Te atreves a revisar tus deberías?